sábado, 16 de noviembre de 2013

CRITICA SOCIAL

     Tristemente de nuevo la naturaleza devasta las zonas más empobrecidas. Ha vuelto a suceder, al tiempo que la vida sigue en el resto del mundo como si todo permaneciese inalterable. Una vez mas una región desfavorecida es pasto de las inclemencias de la naturaleza. Evidentemente nada se puede hacer contra algo de esta magnitud...¿o quizás si?...cabe la posibilidad de que una buena forma de dejar nuestras arrogantes conciencias tranquilas sea la de carraspear entre dientes y enarcar una ceja mientras miramos las imágenes de la destrucción provocada a la vez que con una interpretación del mas alto nivel -tanto que hasta nosotros mismos nos la creemos- pensamos en voz alta -Yo es que no puedo hacer nada contra eso...-. Acto seguido seguimos comiendo, cambiamos el tema de conversación e incluso reímos con algún hecho gracioso... ¡Que bella es la vida!

     Ayer mientras iba en el tren hacia la universidad escuchaba las conversaciones de las personas que me rodeaban, se parlamentaba de infinidad de temas, algunos de los cuales sobrepasan los limites morales de banalidad. Con resignación tuve que asumir que lo acaecido en Filipinas no era un hecho digno de mención entre temas trascendentales para la vida humana, como lo son el fútbol,” la camisa nueva que voy a estrenar este sábado”, “el dolor de tobillo que tengo por mis tacones”, e innumerables temáticas de similar índole.
Es común ver en nuestra sociedad, como unos y otros mostramos con orgullo nuestras pertenencias, nuestra ropa -construida por niños indonesios en condiciones infrahumanas- o las zapatillas de alguno de los “supergalacticos” que le vamos a regalar a nuestro sobrino, las cuales nos las venden al precio del oro y que su producción ha sido pagada con un misero tarugo de pan. Siendo también digno de exposición pública la infinidad de joyas que cubren nuestro cuerpo, orgullos las podemos mostrar, ya que no son extraídas en países tercermundistas (termino a mi parecer repugnante) bajo algún tipo de gobierno dictatorial que el mundo desarrollado (más repugnante aún si cabe) obvia a cambio de una buena rebaja en los productos que le son exportados desde allí.

     Todo esto puedo asegurar que es así por el simple hecho de que yo pertenezco a ese grupo de hipócritas, con pseudo-conciencia, y déficit de principios, que fingimos valores predicados solo y exclusivamente con la palabra -los hechos se los dejamos a otros, ya que estos son más costosos-. Es triste sentirte avergonzado de tu propio género, más aún sentirte avergonzado de ti mismo y pese a todo preferimos mirar a otro lado y seguir caminando haciendo oídos sordos a un mundo al que hemos condenado y condenamos cada día, porque ciertamente una catástrofe natural es inevitable, pero creo que es más que posible paliar sus consecuencias.

     Hablamos de que Indonesia estaba maldita, además de pobre la arrasó un tsunami, predicamos la maldición de Haití, subdesarrollada y pasto de un terremoto, ahora podemos dormir tranquilos pensando que sobre Filipinas también se cierne una tenebrosa maldición. Lo peor de todo es que es así, sobre cada uno de estos puntos geográficos y por desgracia sobre muchos más ha recaído una maliciosa brujería llamada occidente, o mundo desarrollado, o primer mundo o como demonios nos queramos denominar, a nosotros mismos, los verdugos y psicópatas que han llevado a cabo el mayor genocidio de la historia, el de impedir que la vida sea justa para todos.

     Desde que la primera de las sociedades de la historia de la humanidad comenzó a crecer económicamente más que el resto, a partir de ese punto, comenzó una sucesión de injusticias, basadas todas ellas -con independencia del nombre que se le pusiese- en engrandecer a unos a costa de martirizar a otros.

     Como dijo en su día Gabriel García Márquez, “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”.

     Tras todo esto, no pretendo nada más que tranquilizar mi falsa conciencia, ya que ahora he “colaborado con la causa”. Un último favor -el cual voy a realizar yo también al finalizar el texto- te rogaría. Es tan simple como acercarte el espejo más cercano que tengas, observarte detenidamente a los ojos y ver como en el fondo de ellos hay una pequeña mota roja, el rojo de la sangre de todos aquellos a los que por nuestra arrogancia, indiferencia y egocentrismo hemos condenado a una vida de penurias y a una muerte prematura.

     “Y de nuevo... La naturaleza arrasa a los más débiles ... Lo siento por los que se fueron ....Pero más por los que quedaron ...."

                                                                   Manuel Castell López 12/11/13

domingo, 5 de mayo de 2013

¿Cuántos lustros arrastraremos el mismo yugo?

      Por desgracia a día de hoy esta sociedad debe seguir soportando una exclusión, ya sea patente o latente, directa o indirecta hacia el género femenino, y es así porque nos hemos logrado concienciarnos todos y cada uno de nosotros de que estamos en un completo y rotundo error.
No se  ha dilucidado él, ¿cómo? , y el ¿Por qué?, nació este denominado machismo, eso si, lo que es indudable es que  esta cimentado sobre unas ideas precarias que increíblemente perduran en nuestros días.

      Otra equivocación que cometemos es el pensar que esta discriminación se da solo en las clases bajas, en los países subdesarrollados y en aquellas personas que no han recibido una correcta educación. Cuando en realidad se encuentra en cualquier ámbito, lugar y persona independiente de sus conocimientos, poder económico o escala social.

De esta manera quiero expresar que no hay excusa para el machista, y para aquellas personas que lo defiende. Por esta razón nuestra obligación no es ocultar o podar esos malos brotes dentro de las mentalidades, debemos buscar cuál es la razón por la que esa semilla germino y si ya lo hizo poder arrancarla de raíz, e impedir que vuelva a nacer.
En mi opinión hay diversas causas por las que no actuamos en la totalidad de nuestras posibilidades. La ignorancia, ya que hablamos de igualdad de género sin saber se significado. El individualismo, mediante el cual siempre nos excusamos con la justificación de que no debemos involucrarnos en la vida de los demás. Y nuestro conformismo, el cual se desarrolla cada vez más potestad y del que somos esclavos, ya que por su causa hacemos oídos sordos y por pereza no actuamos.
Si nos detenemos a reflexionar, nos percataremos de nuestros grandes defectos a nivel social, con lo cual debemos empezar cambiando nosotros mismos para cambiar a los demás. Consiguiendo de esta manera esa equidad de género, ese horizonte que no conseguíamos ver por la ceguera que nos creamos nosotros mismos, ese reflejo en el agua que en realidad estaba presente pero al cual esquivábamos por nuestro egoísmo.
Cambiad y cambiareis, luchad y alcanzareis. La igualdad no es un espejismo es una realidad cercana.

1º PREMIO  I CONCURSO DE REDACCION IGUALDAD DE GENERO
     FUNDACION JOSE TOMAS Y DIPUTACION DE GRANADA

Cataclismo Caos y Pobreza en Haiti



¿Cuánto se puede sobrevivir bajo los escombros?

        Los expertos afirman que se puede llegar a sobrevivir hasta tres días sin agua y sin comida. Transcurrido este tiempo seria un milagro, aunque se conocen casos.
         Esto lo reafirmaba el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon. “Las primeras 72 horas son esenciales para encontrar a muchos desaparecidos, tal como la experiencia indica que ha ocurrido en anteriores desastres”.
         Por desgracia estos tres días se han cumplido ya hace mucho, debido a que el desastre se produjo el martes 12 de este mes, a las 22: 53 hora española. Con lo cual los equipos de rescate han comenzado a abandonar la búsqueda, desalojados, impresionados por la destrucción y con el deseo de que jamás se produzca una tragedia similar.
         Joseph Jean Roveheran, jefe de Comunicación del primer ministro haitiano, ha informado de que el número de víctimas se encuentra entre los 75.000 y 80.000. “Las cifras son aproximadas, somos conscientes de que aún sacaran muchos cadáveres de los escombros y de que muchas familias han enterrado a sus muertos en sus jardines. Pero la inmensa mayoría de víctimas yace en fosas comunes. No me pregunte cuántas fosas hay porque no lo sé”.

Réplicas del terremoto

         Una semana después del terremoto la tierra volvió a crujir, esta vez con menor intensidad y duración.
         Su primera envestida fue recogida por los sismógrafos con una intensidad de 7`1 grados en la escala de Richter y una duración aproximada de un minuto.
Los efectos de la destrucción

         La muerte parece haber encajado bien en Haití, ya que ha robado la vida a muchas personas, como al marido de Claire Marie de 22 años y dos hijos, ella misma explicaba: “ Yo había ido a hacer la compra, cuando la tierra tembló. Me caí varias veces, cuando logré reponerme, tire las bolsas y salí corriendo con mis hijos en el pensamiento. Cuando llegué a casa me los encontré en la puerta. Aunque heridos, se habían salvado, mi marido no tuvo tanta suerte. Aún está entre las ruinas de la casa” Clarie Marie ni llora.

La ayuda es real y compleja

         Estados Unidos, Francia, España, Alemania, Reino Unido, Canadá, Japón, China, Indonesia, México, Cuba y Venezuela entre otros, han enviado equipos tantos sanitarios como de rescate.
         A la destrucción y la falta de combustible, lo cual dificulta las tareas de rescate, se unen las disputas entre los supervivientes de un país sin gobierno ni estructuras.
         Jesús Olmos, miembro de la Unidad de Rescate Canina de Huelva, explica que las posibilidades de supervivencia dependen de factores como el material de construcción del edificio.
         El director gerente del Fondo Monetario Internacional ha pedido un plan multilateral de ayuda para reconstruir Haití, el país más pobre del hemisferio occidental.
         Ya el fondo ha aportado una ayuda de cien millones de dólares para que el gobierno de este país se pueda hacer cargo de los gastos de emergencia. También el FMI está trabajando ahora para suprimir toda deuda haitiana. “Si tenemos éxito, que estoy seguro lo tendremos, incluso este préstamo se convertirá finalmente en una subvención, porque toda deuda tendrá que ser suprimida. “Afirmaba Strauss Khan.

¿Por qué Haití es tan pobre?

            Cuando Colón llega a la Española en 1492 habitaban la isla medio millón de nativos. Para su desgracia, tenían oro. En 1.519 quedaban tan solo unos once mil. Esto obligó a España a importar mano de obra esclava.
La negligencia española llevó a la ocupación francesa del tercio occidental de la isla. El cultivo intensivo de caña de azúcar, la salvaje deforestación y la pérdida de fertilidad del suelo convirtió a Haití en la colonia más productiva de Francia en 1.785.
         Las nuevas autoridades haitianas legislaron para que nunca se repitiera la tragedia de la esclavitud: no habría más plantaciones, sino pequeñas parcelas de tierra para la subsistencia de cada familia y se prohibió el establecimiento y las inversiones de los extranjeros.
         Al auto aislamiento se unió la exclusión. EEUU por ejemplo, solo reconoció la independencia de Haití en 1.862. Pese a todo, la pequeña república era aún más rica que su vecina, a la que invadió varias veces en el siglo XIX. Sin embargo, La República Dominicana contaba con algunas ventajas: no estaba superpoblada, sus habitantes hablaban español, recibían bien a los hombres de negocios extranjeros y desarrollaron una economía de exportación.
Este país sufrió inestabilidad por política y administraciones atroces, por ejemplo de 22 presidentes entre 1.843 y 1.915, 21 fueron asesinados o expulsados del poder. Y después el despotismo del clan Duvalier y el clan Trujillo. Dos dictaduras cleptómanas cuyas secuelas aún se pueden sentir.


OPINION

         Debemos tener en cuenta que una catástrofe de estas magnitudes no se puede evitar, pero sí se podrían haber disminuido los efectos de la misma. Como he explicado anteriormente si la historia de Haití no hubiese sido tan irregular y desgraciada, posiblemente este país se hubiese desarrollado mucho más de lo que estaba previamente al seísmo. Los factores en los cuales podría haber avanzado son: en medicina, en la construcción de edificios más resistentes, en la organización de sus propios equipos de rescate y las reservas de un fondo monetario, conservado para una situación similar. En definitiva, no hay maldición geográfica, la suerte de Haití se decidió mucho antes de este desastroso suceso.

     



VIDAS AFLUENTES



            El sonido invadió la sala, era agudo, continuo, monótono e incluso se podría considerar como molesto. Ciertamente ese pitido se asemejaba bastante al significado que de él emanaba.
           
             Rápidamente el equipo médico que estaba realizando la operación reaccionó intentando estabilizar al paciente. Su corazón había cesado de latir y cada segundo suponía un paso más hacia esa imperceptible frontera que difiere la vida de la muerte.
           
            -¡Vamos deprisa pasadme 0,89 miligramos de adrenalina y 3,56 de atropina!
            -Ahora mismo.
            -Aquí tiene.
            -El pulso cada vez es más débil.
            -¡Se nos va... se nos está yendo!
           
            La agitación del quirófano contrastaba con la tranquilidad del lugar en el que se encontraba Gabriel. Ante él fulgía una intensa luz blanca que le obligaba a mirar hacia el suelo, no sabía donde se encontraba pero realmente el lugar no le resultaba extraño, se sentía bien y le invadía un intenso deseo de avanzar en dirección a la brillante luz. Dio un pequeño paso, pisaba sobre una superficie esponjosa que amortiguaba sus pies hasta el punto de no hacer ningún ruido, era como andar por una nube. Cuando volvió a levantar la mirada, encontró que la oscuridad se estaba apoderando del lugar y en ese momento como en un acto de rendición la luz emitió un último resplandor y expiró.
           
            El suelo se tambaleó bajo sus pies y Gabriel buscó desesperadamente un lugar al que aferrarse para no caer en el abismo que se extendía a pocos pasos de él. Fue entonces cuando una mano se le tendió dispuesta a evitar su caída. Gabriel titubeó, miró la mano y posteriormente observó como el precipicio avanzaba hacia él, no tenía alternativa, agarró fuertemente la mano y esta tiró de él al instante.

            Se encontraba en una sala similar a la inicial, solo que esta no tenía ninguna luz especial. Se asustó al escuchar un sonido, era el llanto de un bebé, miró tras de si y se dio de bruces contra una imagen en la cual se podía ver la sala de un hospital, en ella había un grupo de enfermeras que le daban la espalda, a la derecha se encontraba un hombre alto, corpulento y con unas anchas patillas que casi le cubrían la cara. Pero su sorpresa fue cuando pudo ver a quien había entre esas enfermeras, que en realidad eran matronas, justo ahí tumbada sobre la cama estaba su madre, la cual sonreía alegremente al observar a su bebé sobre su regazo. 

            De nuevo escuchó un llanto y siguiendo el sonido encontró otra imagen justo al lado de la anterior, la escena era muy parecida, de nuevo varias enfermeras, pero en esta ocasión quién acompañaba a la parturienta era un hombre bastante más bajo y delgado. Lo que realmente si era igual era la cara de felicidad que mostraba la madre al observar a su hijo.        
           
            Gabriel concluyó que el bebé de la primera imagen era él ya que no tenía ningún hermano y no solo eso, además aquel hombre debía de ser su padre, del cual su madre nunca dijo nada y siempre que Gabriel le planteaba el tema ella intentaba esquivarlo conversando sobre otra cosa. Pero entonces, ¿quién eran las personas de la otra imagen?, no los reconocía, aun así le invadía la sensación de que estaba fuertemente unido a ellas y en especial a aquel pequeño bebé.
           
            Siguió observando ambas imágenes las cuales en esos primeros momentos se desarrollaban a la par. Poco después pudo confirmar que ciertamente el bebé que primero nació era él, ya que sus padres llegaron a la casa en la que él recordaba haber pasado su infancia. A su izquierda contempló como esa otra familia también se bajaba de su coche y entraba al que sería su hogar. Al observar al bebé sintió una fuerte pinzada en el riñón derecho y tuvo que apretarse con ambas manos para redimir el dolor. Desvió la mirada del pequeño y volvió a mirar la pantalla de la derecha, se sorprendió al percatarse de  que se había producido un salto temporal, aproximadamente habría transcurrido un mes y sus padres estaban discutiendo intensamente en la cocina. Aquel hombre al que consideraba su padre estaba ebrio y le costaba mantenerse en pie. Entonces tras romper contra el suelo la botella que llevaba en la mano salió de la casa dando un portazo y aún en sus condiciones su padre cogió el coche y se marchó a gran velocidad.

            En la pantalla de su izquierda también había transcurrido el tiempo, posiblemente algo más que en la de la derecha. Aquel bebé ya podía  andar a gatas y en su babero tenía bordado en color azul y adornado con pequeños dibujos el nombre de Rafael. Por más que pensaba no recordaba haber conocido a ningún Rafael pero de nuevo al mirarle el dolor del riñón se repitió.  

            -!Maldita sea¡- dijo Gabriel al tiempo que desfiguraba el rostro por el dolor.
           
            A su derecha pudo verse a él mismo cuando niño jugando con sus amigos al fútbol en el parque que había justo detrás de la iglesia de su pueblo. Sonrió al reconocer a Pedro, su mejor amigo, con quien había pasado tantas tardes cazando ranas en un arroyo cercano. A continuación observó que estaba en su cuarto durmiendo y como su madre le despertaba besándolo en la mejilla.
           
            Del mismo modo la pantalla de su izquierda se encontraba sumida en la oscuridad, de pronto se encendió la luz y tras acariciar el pelo de su hijo aquella mujer subió la persiana de la habitación y dijo: “Vamos Rafael, levanta hijo que llegarás tarde al colegio”. En el momento en el que Gabriel dilucido al pequeño al salir de entre las sábanas le invadió de nuevo ese dolor que rondaba lo insoportable.
           
            -Buenos días papá -dijo Rafael al tiempo que daba un beso a su padre y este le devolvía el gesto con un fuerte abrazo.
            -Toma hijo aquí tienes el desayuno, te he preparado unas tostadas con mermelada como a ti te gustan.
           
            Gabriel miró la otra pantalla y allí estaba él, sentado en el pupitre junto a Pedro. En esa misma imagen reconoció a varios de sus antiguos compañeros, algunos de los cuales ya se le habían perdido en el olvido. La escena fue avanzando e hizo una leve parada al pasar junto a María, la chica que siempre había gustado a Gabriel. A ella si que la recordaba bien, su pelo oscuro que le caía sobre los hombros y sus ojos color caoba, también recordaba una pequeña mancha blanca que tenía en su iris izquierdo, la cual la hacía más especial aún. Se encontraban en clase de física, esa era su asignatura preferida y era realmente bueno en ella. Observar aquellas imágenes de su infancia le resultaba agradable, crecer solo acarreaba problemas. Sonó la campana que anunciaba el final de las clases y rápidamente Gabriel y Pedro salieron del aula y emprendieron el camino de regreso a casa, hacía un día espléndido.

            En la pantalla contigua Rafael también estaba en clase de química realizando un problema en la pizarra, al verlo Gabriel retiró velozmente la mirada para evitar el dolor, pero no podía aguantar la tentación de mirar aquella pantalla. Resignado y preparado ya para recibir otra fuerte pinzada observó el problema que estaba haciendo Rafael. Tal y como esperaba sintió como si le clavasen un punzón en el costado derecho. Pese al dolor se percató de un error en el ejercicio de Rafael y dijo:
           
            -No hombre, esa fórmula no es- farfulló Gabriel observando la pizarra- la velocidad no puede ser negativa.
           
            Pareció que Rafael le había escuchado porque rápidamente varió el procedimiento y resolvió el ejercicio sin mayor dilación. Tras acabarlo volvió a sentarse en su sitio.

            Al llegar a casa Gabriel soltó la mochila en su cuarto y se dirigió a la cocina para comer, su madre le trajo un suculento plato espagueti. Los miró con deseo, cogió el tenedor y comenzó a comer, pero teniendo especial cuidado de apartar los trozos de carne de mayor tamaño. No es que no le gustase la carne, todo lo contrario, Gabriel prefería dejar lo mejor para el final. Una vez hubo comido quitó la mesa y ayudó a su madre a limpiar la vajilla.

             Gabriel escuchaba desde su posición en esa blanca sala la conversación de Rafael con sus padres mientras comían, pero consciente de lo que sucedería le dio la espalda a la imagen para evitar que se le desviase la vista hacia esa pantalla y así no tener que sufrir el dolor. Lo que Gabriel no esperaba era que esa escena a la que intentaba ignorar se iba a trasladar colocándose justo delante de él. De nuevo intentó retirar la mirada, siendo ya demasiado tarde. Visualizó la comida que había sobre la mesa, el mantel de color crema, la sencilla cubertería, la ensalada de pintoresco aspecto que presidía la mesa y al fondo de la imagen se podía ver un amplio salón alegremente decorado, también apreció el sonido de la televisión que se mantenía en un segundo plano y finalmente se dibujó en su cara un matiz de resignación, ahí estaba Rafael.

            -¡Mierd... agg! ¡Pero!... ¿Quién demonios...agg... es ese? -Gritó Gabriel mientras se caía al suelo debido al dolor. No comprendía el porque de que su sufrimiento se produjese a causa de ver a aquel muchacho de aparente normalidad.

            Después de comer, Rafael se vistió con la equipación de su club, se abrochó fuertemente los cordones y junto con su compañero Miguel fueron en bicicleta hasta el campo de fútbol de su pequeño pueblo.

            Justo en ese momento Gabriel recordó quién era Rafael, ese partido lo jugaron entre ambos, si bien cada uno en un equipo. Con gran interés Gabriel observó el partido completo -de nuevo al igual que al inicio en ambas pantallas se podía visualizar la misma imagen- y del mismo modo que si no supiese cual era el resultado final de ese encuentro lo vivió con emoción. A falta de quince minutos para la finalización del partido  y con un resultado de empate a dos, Gabriel realizó una fuerte entrada a Rafael, dejándolo caer al suelo. Al instante Gabriel ya tenía la pelota y se disponía a seguir con la jugada pero el árbitro señalo la falta, de manera que se volvió hacia Rafael, él cual todavía estaba en el suelo quejándose de su rodilla derecha.

            -Venga ya hombre, levantate, si no te he tocado si quiera  -dijo Gabriel –Pues vaya princesita que estás hecha.
            Al tiempo que decía eso en la imagen, la pinzada del riñón se intensificó notablemente.
            Rafael se levantó rechazando la ayuda que le ofrecían sus compañeros y aun cojeando continuó el partido hasta que su entrenador se vio obligado a sacarlo del terreno de juego. Una vez finalizó el partido, ya a la salida de los vestuarios ambos contrincantes se encontraron de nuevo.
            -Pero mira a quién tenemos aquí Pedro, si es Rafael, o debería de decir Rafalita.
            Al insulto Rafael respondió con la indiferencia, pero no quedando satisfechos Gabriel y Pedro siguieron inquiriéndole.
            -Y ¿por qué no vas a llamar a tu mamá? -dijo Pedro en tono burlón.
            -Si eso ve y que te traiga el agua oxigenada porque la señorita delicada se ha roto una uña.

            A cada insulto que emergía de la boca del Gabriel del pasado el del presente se retorcía del intenso pinzamiento. Poco a poco la imagen se fue diluyendo y cada una de las pantallas fue cobrando un aspecto diferente, hasta no mostrar la misma imagen en ambas. En la de la derecha apareció un día nublado, los árboles desojados le indicaban que era una época invernal, además de ello la gente que caminaba pausadamente por las calles medio desiertas llevaban grandes abrigos.
Gabriel andaba dando patadas a una lata que había encontrado en su camino, al pasar junto a una tienda se paró para observar lo magníficos teledirigidos que exponía en el escaparate. En varias ocasiones se vio obligado a limpiar el cristal con la manga de su chaqueta ya que el vaho que producía su respiración lo empañaba impidiéndole ver.
           
            -No te preocupes tendrás muchos de esos, e incluso mejores -dijo Gabriel mientras observaba la escena, consciente de que una de sus mayores aficiones eran los teledirigidos.

            Al acabar de pronunciar esa frase, la imagen de la izquierda cobró importancia, en ella observó a Rafael en una tienda de juguetes, escuchó como le decía al dependiente que le envolviese para regalo una muñeca.

            -Ya decía yo que cuando se quejaba tanto por una patadilla de nada era porque no era un hombre de verdad -pensó en voz alta Gabriel.

            Un instante después se arrepintió de sus palabras, porque el dolor se reprodujo, esta vez casi entrecortándole la respiración. Sentía como le ardía el costado, por mucho que intentara redimirlo no lo conseguía, apretó fuertemente los puños y gritó.

            Al cesar el pinzamiento Gabriel se levantó y se secó las lágrimas que no había podido evitar que se le saltasen. En su interior comenzaba a moldearse un sentimiento de odio hacia Rafael, él cual en la imagen se podía observar llegando a su casa y entrando disimuladamente en un cuarto. Se acercó a la cama y colocó junto a la almohada el regalo que había comprado. Salió de la habitación y de manera prácticamente simultanea entró en ella una niña de unos seis años, con un vestido blanco y un capirucho de cumpleaños sobre la cabeza. La cara de la pequeña al contemplar el regalo era el reflejo de la ilusión. Con su muñeca entre los brazos y una gran sonrisa abrazó a su hermano y le agradeció el regalo.

            Ante la pérdida de nitidez de esta imagen Gabriel desvió la mirada hacia la pantalla de la derecha, otro nuevo salto temporal se había producido, recordaba la fecha exacta de ese día, era un veintidós de febrero, por aquel tiempo tenía diecinueve años y aquel día era tan especial porque fue la primera vez que consiguió besar a María. Ese viernes habían salido a dar un paseo con varios amigos y por unas causas u otras finalmente solo habían quedado ellos dos, fueron hablando hasta un parque cercano y tras algunos silencios incómodos coincidieron sus miradas y se besaron.

            Al observar esas imágenes el dolor que había sentido Gabriel le abandono por completo y le reconfortó esa sensación. Sintió incluso cierta nostalgia y cuando la escena se difuminaba ante él, quedó mirando la pantalla en negro  ignorando por completo lo que acaecía en la escena contigua.
           
            Finalmente observó la otra imagen: una playa, un sol reluciente, alguna que otra gaviota volando tras los pesqueros, el sonido de las olas que de manera continua intentaban inútilmente ascender por la pendiente de la arena, pero que pese a su constancia era incapaces de superar y dos muchachos al fondo que se dirigían hacia el rompeolas. Entre ellos distinguió a Rafael, era el que andaba más adelantado, conforme se acercaba a las rocas más rápido corría, miraba continuamente hacia atrás y con su mano daba ánimos a quien le seguía. Rafael ayudó al otro chico ha ascender por ( el rompeolas y en un pequeño recoveco quedaron uno frente al otro. Se interrogaron con la mirada de manera recíproca y se acercaron lentamente.

            El dolor en esta ocasión no se había hecho patente en su máxima expresión, pero aquella escena incomodaba a Gabriel, quien intentando esclarecer que es lo que estaba acaeciendo había entrecerrado los ojos y en su cara se había dibujado una expresión que combinaba la sorpresa con la incredulidad. Justo entonces sus ojos se abrieron al igual que platos y quedo estupefacto, un instante después escupió con despreció al suelo, el cual disolvió la saliva en forma de un vapor de hedor muy desagradable. Al inhalar ese vapor no tuvo tiempo ni de alzar la voz para emitir su quejido, el dolor estalló aplastantemente obligándole a arrodillarse y a caer de bruces contra la esponjosa superficie.

            La escena en la cual se veía como Rafael y su pareja se besaban no pudo terminar de ser contemplada por Gabriel quien se mantenía tumbado en el suelo, y aún habiendo podido el odio que sentía hacia los homosexuales no se lo habría permitido. 

            Mientras permaneció en el suelo debido a su intenso dolor perdió la noción del tiempo, pero cuando consiguió levantarse sacando fuerzas de flaqueza se dirigió de manera decidida hacia la imagen de su izquierda y tras volver a escupir, esta vez con más saña si cabe, la emprendió a golpes contra la misma. Los puñetazos no realizaban ningún daño a la escena la cual permanecía como si nada sucediese, es más, los golpes que lanzaba se reflejaban en su costado derecho, la zona sobre la cual tenía dibujada la cruz gamada estaba siendo duramente castigada por él mismo. Cuanto más fuerte golpeaba más intenso era su sufrimiento. Tras varios minutos así se vio obligado a ceder en su campaña y al tiempo que recuperaba el aliento y se encogía del dolor comenzó a caminar intentando alejarse de ambas escenas. Su caminata no fue lo suficiente extensa como para separase de las pantallas, con lo cual siguió andando esta vez con pasos más largos y rápidos, al cabo de un tiempo se volvió y se encontró en el mismo lugar que al inició, no se había alejado más de veinte metros de las escenas.

            -¡¿Qué es esto?! -Gritó Gabriel expresando su estado de rendición -Pero ¿qué demonios he hecho yo para merecer todo esto?

            Sus cuestiones no encontraron respuesta y se vio obligado a tirarse del cabello al contemplar que ambas imágenes ahora estaban justo detrás de él. Ciertamente comenzaba a creer que estaba loco y que esta era una de sus deliraciones, por más que lo pensaba no alcanzaba a entender la razón por la que tenía que contemplar su vida y mucho menos la de un marica, de alguien que tenía un enfermedad psicológica.

            Se escuchaba una gran algarabía, las dos pantallas mostraban una gran multitud de gente, en la de la izquierda los colores eran vivos y alegres, la música emanaba desde cada una de las carrozas decoradas hasta el último detalle, entre la masa pudo distinguir a Rafael junto a su pareja. En la imagen de la derecha por el contrario muchas de aquellas personas cubrían sus caras, pero Gabriel no, él era uno de los cuales encabezaba la manifestación. En la parte delantera se podía leer en una gran pancarta: LOS DESVIADOS AL MANICOMIO, POR UNA SOCIEDAD SIN MARICONES. Al tiempo que entre esa multitud alzaban( el puño) también lo hacía Gabriel desde ese lugar en el que estaba, ya no le importaba el dolor. A esta imagen siguió otra en la cual tras salir de su trabajo como científico en un prestigioso laboratorio llegaba a casa, se quitaba la ropa que llevaba y se ponía otra de color negro, se calzaba sus botas militares, y cogía un pasamontañas. Al subirse en su coche sintió una leve pinzada en el riñón derecho, le resultó extraño pero no le dio mayor importancia. Cuando llegó a su destino ya había anochecido, al descender del vehículo se encontró con un grupo de hombres, la mayoría con la cabeza rapada, los cuales llevaban unas vestimentas similares a la suya. Uno de estos abrió el maletero de su coche y extrajo barras de acero que fue dando a cada uno de los allí reunidos, cuidadosamente salieron del callejón en el que estaban y se acercaron hasta un videoclub que ya se encontraba cerrado. Forzaron la puerta trasera y una vez dentro comenzaron a destruir todo lo que encontraban a su paso, su objetivo no era la caja registradora, es más esta la obviaron por completo, solo se dedicaron a romper todo lo que pudieron.

            En ese momento las imágenes de ambas pantallas volvieron a converger en la misma escena, porque fue en ese momento cuando Rafael, el dueño del establecimiento entró en el mismo alertado por el escándalo que se había formado.

            Conforme observaba aquellos hechos Gabriel comenzó a no sentirse bien, ya no era el dolor del costado el culpable, era una sensación inmaterial, eran remordimientos.

            Al entrar Rafael y alzar la voz por la sorpresa los supuestos atracadores comenzaron a huir del lugar, Gabriel fue uno de los primeros y para quitar al desgraciado muchacho de su camino le golpeó con la barra de acero y siguió corriendo. El cuerpo de Rafael cayó sobre una estantería repleta de películas de amor y poco a poco la sangre que de él emanaba fue empapando las carcasas. Cuando llegó el equipo médico lo reanimó a duras penas y lo trasladó hasta el hospital, Ángel, la pareja de Rafael se desmoronó ante la desoladora realidad, llegando incluso a desvanecerse.

            El nudo de la garganta ahogaba a Gabriel, se sintió como lo que era el culpable de la muerte de un inocente.

            Cuando Gabriel llegó a casa aún con la respiración agitada se quitó velozmente la ropa y la escondió en una caja bajo su cama, necesitaba tomar el aire y decidió salir a pasear por la calle. Cuando había caminado unas tres manzanas el dolor de su costado se hizo muy intenso y tuvo que sentarse en un portal cercano, sus quejidos hicieron que alguien llamase a una ambulancia, la cual lo llevó hasta el hospital donde le diagnosticaron su dolencia y le avisaron de la necesidad de una operación inmediata. La intervención quirúrgica necesitaba de alguien que cediese su riñón, por suerte tras varias horas ingresado le comunicaron que había un posible donante.

            La pantalla de la derecha se apagó y a su izquierda la imagen había quedado paralizada mostrando al equipo médico hablando con Ángel ya en hospital, cuando Gabriel la observó la acción se puso de nuevo en movimiento. Entrecortado por el llanto Ángel dijo a los médicos que Rafael siempre había deseado ser donante y que él apoyaba su decisión. No transcurrió mucho tiempo cuando la vida de Rafael se desvaneció debido a la gravedad de la contusión. Este hecho propició la posibilidad de donar determinados órganos, entre ellos los riñones.

            Le extrajeron los órganos rápidamente y uno de esos riñones fue introducido en una bolsa la cual ya tenía impreso el nombre del hospital en el cual Gabriel estaba ingresado. La siguiente escena que se pudo contemplar en ambas pantallas por igual mostraba como esa misma bolsa llegaba hasta el quirófano donde era operado Gabriel y como le cambiaban su riñón por ese otro.

            Cuando Gabriel volvió ha abrir los ojos se encontraba tumbado sobre una camilla de hospital, en una sala ya vacía y lo primero que hizo fue mirar su costado derecho, allí encontró los puntos de sutura que casualmente al pasar junto a la esvástica que tenía tatuada formaban una especie de “R”.

           

UN FUTURO MUY PRESENTE

La lluvia era intensa y fría, tanto que parecía calar los huesos, hasta el extremo de entumecer la tez con su simple y arrítmico gorgoteo. Esto sucedía a ambos lados de la valla, no aparentaba  diferencia alguna, pero aun  así  la  discrepancia era  abismal.
           
Josué se encontraba junto a  su  familia,  bueno mejor  dicho la que  quedaba de ella, en una vieja mecedora su tío Menajem, a su derecha su hermano Jaziel, el  cual le rebasaba  por dos lustros, y en la esquina de la habitación consumida en el silencio y la oscuridad Orel, su madre.

En la pequeña habitación se respiraba un aire exhausto, que parecía poder contar ya las inhalaciones que le quedaban por realizar. Los segundos parecían horas, las horas días y  los días  meses, así  hasta desvanecerse en el olvido. Este cúmulo de emociones restringidas, miradas inexpresivas y vacío solo se veía  perturbado en vanas  ocasiones por el traqueteo de las ametralladoras o los gritos de pánico de los pocos que quedaban al ser perseguidos por los militares.

La única pizca de esperanza que había en esa habitación, era la reflejada en los ojos de Josué, al cual sus cortos siete años no le permitían ver la totalidad de la realidad y aun el esperaba el regreso de su padre. Las delimitaciones entre la noche y el día no existían, cada  uno dormía  cuando  el  sueño  podía  sobrepasar  la  inseguridad  y  el nerviosismo.

Su madre hacía ya tiempo que no lloraba, como había hecho hasta entonces cada noche. Sus ojos ya estaban secos, y el sentimiento de la tristeza había sido tan utilizado, que ya no existía para ella, su estado de ánimo era neutro, sin vida.

Rondaban las tres de la mañana, cuando la puerta de la entrada comenzó a sonar, alguien la golpeaba agitadamente. Lo más rápida y sigilosamente posible Orel despertó a sus hijos, los cuales  con un  simple gesto de su madre sabían  a la  perfección  lo que tenían que  hacer. Mientras su tío habría una  guardilla secreta, Josué y su hermano con mucha cautela intentaban borrar todas las huellas que pudieran delatar su presencia en el piso.

De pronto los golpes cesaron y  sinuosamente  llego hasta  cada uno de sus oídos el impotente y magullado llanto de una  muchacha. Pese a esto siguieron escondidos  ya que podía ser una trampa con las que hacerles salir, los llantos fueron disminuyendo, y a ellos se superpusieron unos rezos de súplica. Esto les hizo salir de dudas, era una judía y necesitaba ayuda. Aun con  el miedo  en  el cuerpo, Menajem se  acerco hasta la  puerta, pego  la oreja  a  ella y  comprobó  que  los  rezos  continuaban  y  que  ha  veces  eran interrumpidos por sollozos.

Intentado  calmar  su  respiración  acerco  la  mano  hasta   el oxidado  pomo, tembloroso palpo el  frío metal y  cuando  estaba  decidido a  abrir, los  ladridos  de los perros y  el sonido de las botas al impactar contra el suelo, le hicieron  retroceder unos pasos. Esta algarabía ocasiono el aumento de los rezos y la indecisión  de Menajem que barajaba miles de posibilidades, pero armándose  de valor  abrió la puerta  velozmente, cogió a la muchacha y la introdujo en la casa, cerrando silenciosamente la puerta tras de si.

Con el dedo índice le señalo la  guardilla y  ella sin  dudar ni tan  siquiera un segundo se dirigió hacia allí. Josué y su hermano le ayudaron a subir, posteriormente entro su tío. La muchacha a la cual  le  perduraba  aun  el  pánico y  la  desesperación escucho como poco a poco se alejaban los pasos, lo que ocasiono que las palpitaciones de su corazón disminuyeran, sus pulmones abandonaran la hiperventilación  a la  que estaban siendo sometidos y que su frente dejase de producir esa cantidad de sudor, que sinuosamente descendía por los óvalos de sus ojos, atravesaba sus redondo pómulos y finalmente se precipitara hacia el abismo desde su barbilla.

Cuando el peligro ya no les acechaba salieron de la guardilla, una vez reestablecidos en sus posiciones iniciales, con la variante de que la banqueta que antes estaba libre era ahora ocupada, la chica comenzó a hablar:
-Gracias de corazón por haberme ayudado. Me llamo Dalia, tengo nueve años y toda mi familia ha desaparecido.

Tras esto se hizo el silencio y un gélido soplo de aire  recorrió  la  sala.
-Ya se que es mucho pedir, pero por favor dejadme que me quede con vosotros. Prometo ser obediente, ayudare en todo lo que pueda, incluso yo  haré la  comida, mi madre me enseño a cocinar con solo cinco años.

Al oír esto, Menajem se levanto tranquilo de la mecedora, agachándose puso dulcemente su mano en el hombro de Dalia y mirándola a los ojos le dijo:
-Somos pocos los que quedamos, pero debemos seguir luchando y creyendo que algún día esta pesadilla acabara. No te preocupes aquí eres bienvenida.  
La presencia de Dalia parecía acelerar el tiempo, daba un sutil toque de alegría y esperanza y como ella había anticipado se manejaba muy bien en la cocina, y ayudaba en todo lo que estaba en su mano. Esa  noche  acompaño a  Menajem  para llenar unos cantaros de agua. Hacía ya unos diez minutos que había pasado la ultima patrulla, con lo cual aun tenía la mitad de tiempo por delante. Dalia iba tras el, moviéndose rápidamente en las sombras, cuando llegaron a la fuente, Menajem le ordeno que se escondiese en el callejón que había  justo enfrente, y que  esperase a  que  el  llenase los  dos cantaros de agua.

Una  vez  había  terminado y se disponía a llamar a Dalia  para que  le ayudase, escucho  unos  pasos que se  acercaban, el  pánico comenzó a  invadirle y a causa del nerviosismo se le escurrió una vasija, la cual al impactar contra el suelo se rompió en mil pedazos, y el ruido del golpe ocasiono que los guardias comenzaran a correr hacía allí.

Al volver la esquina  los militares  contemplaron cuidadosamente el recipiente, acercando a los perros para que rastreasen el olor. Cuando los caninos encontraron el rastro pusieron rumbo hacía el callejón sombrío, en el cual se encontraban escondidos.

Como sucedió en la primera ocasión Dalia comenzó a rezar entre susurros.

No bastaban nada mas que unos pocos metros  para que pudiesen encontrarlos, ya que se  encontraban  detrás de unos  escombros, insuficientes  para  ocultarlos  por completo, y aunque así lo fuera los perros los localizarían delatando su escondrijo. Los pasos seguían avanzando sin dilaciones, y a su vez los rezos se incrementaban.

De repente y respondiendo a  sus plegarias  un  gato salio corriendo de la casa colindante, ocasionando que los dos perros se distrajesen y saliesen corriendo tras el. Aprovechando  su  fortuna y  agradeciendo a Dios  que hubiese girado sus  ojos hacia ellos, salieron rápida pero precavidamente. Con las prisas casi se les olvida la  tinaja, con lo cual Menajem se volvió y con suma agilidad se la apoyo en el hombro, mientras que con la otra mano sujetaba la muñeca de Dalia para que no se quedase atrás.

Los  siguientes días transcurrieron  con normalidad, si a este continuo martirio se le puede llamar así. Era la hora de el almuerzo, hoy comerían unos huevos pasados por agua, que  había  robado Jaziel en  un huerto cercano a  la casa. En  ese  momento  se encontraba a Menajem  bendiciendo  la  mesa, todos estaban impacientes por poder empezar a comer ya  que  hacía  dos  días que no probaban bocado alguno, cuando un estruendo precipitó la puerta varios metros por los aires. Esto  hizo  que  el  tiempo se ralentizase hasta el extremo de parecer bloquearse, las pupilas de Dalia se dilataron al comprobar que se estaba haciendo realidad su peor pesadilla.

Entre  el  polvo  se  podían  atisbar varias  siluetas  que  avanzaban  hacia ellos, sus voces eran  interrumpidas  por  el chasqueo de  los escombros  y  por la tos que les ocasionaba  la  inhalación  de  polvo. Menajem   luchando  contra  la   paralización momentánea de sus  piernas  mando  esconderse  al  resto de la familia y levantándose bruscamente se  dirigió hacia  la  polvareda. Mientras Josué y los demás reaccionaban  se escucho  un  golpe, un  quejido y  finalmente  un cuerpo que se desplomaba. Estos ruidos eran acompañados por unas risotadas y por los insultos provenientes del portal.

Después  de esto  uno de ellos  grito  imperativamente a  los  otros dos  que buscasen  a  mas miserables  ratas, como la  que  acababan de  dejar inconsciente en  el suelo. Todos los esfuerzos que dedicaron para huir fueron en vano, atraparon a  Dalia por el cabello, y Jaziel en el intento de ayudarla a zafarse del agarrón recibió un fuerte golpe en el mentón con la culata del fusil.

El  temblor  del  camión  que  circulaba  por  el  camino, se  confundía  con  el tembleque de varios adultos y jóvenes, los niños eran acurrucados por los regazos de sus madres y  los  ancianos  con la  cabeza  gacha  recapacitaban  sobre la  desdicha  que tenían por haber nacido judíos. Todo esto sucedía al mismo tiempo que los milicias que iban en la parte trasera del camión hablaban del partido de fútbol de la noche anterior.

El temblor  del  camión  ceso, y esto provoco que  el nerviosismo  se extendiese a  todos los allí  presentes, incluso los bebes  comenzaron  a  llorar  al  percatarse de la angustia de sus madres. Todo esto parecía no afectar a Orel la cual permanecía quieta, con los ojos fijos en el suelo del vehiculo.

El conductor hizo sonar el claxon varias veces, su  respuesta  fue  el  crujido del metal al separarse. Una vez el camión circulo unos cincuenta metros, dejando atrás una gran  puerta  metálica, fuertemente  unida a  un imponente muro, el cual era franqueado por una enredadera de grandes púas de forma circular.
Los guardias los hicieron bajar del vehiculo y entre risas insinuaban que el viaje había  terminado. Una vez estaban  todos colocados en filas los llevaron  hasta  el patio principal, allí había dos camiones más. Sin previo aviso uno de los militares, con varias condecoraciones en el pecho, comenzó a separar a los hombres de las mujeres y a los niños de sus madres.

Josué  no  tenía  miedo, no  alcanzaba  a  entender  que pasaba, con  lo cual no presento resistencia para separarse de su hermano. Mientras los clasificaban paso junto a ellos un grupo de personas encadenadas, Josué dijo en  voz  baja al chico de  adelante:
-A mi no me gustan esos trajes, ¿yo puedo elegir otro para mi?
El chaval  al  cual  le había  preguntado dibujo una  leve  sonrisa irónica, pero sus ojos  seguían  inmersos  en una  gran  tristeza, después volvió  a mirar hacia delante.

Llevaba  ya seis días sin ver a nadie de su  familia, había  conocido  a  Eleazar, el cual  llevaba  una   semana  y  dos  días  más  que  Josué interno  en  el  campo  de concentración, este le  había  enseñado lo  básico allí: No hacer ruido, no llorar, evitar llamar la atención y la mas importante tratar con mucho respeto a Dirk, el encargado de vigilancia de su edificio.

Una noche Josué se despertó agitado y en su cabeza solo se dibujaba la imagen de Dalia, y  estas  proyecciones  mentales  no presagiaban  nada  bueno. Al  bajar  del camastro despertó a Eleazar, que intento convencer a Josué de que no intentase hacer lo que tenía planeado. Este ignorando las advertencias de su amigo le contesto:
-No me pasara nada, simplemente voy a comprobar que Dalia esta bien y estaré de vuelta en seguida.
Con paso firme avanzó hasta la puerta y con una sonrisa tranquilizadora intentó abrir  el  candado con  un  pequeño  alambre que  había  encontrado, después de varios intentos paro y observo como Eleazar lo miraba con rostro burlón.

Este se levanto del catre se acerco a la puerta a  la  vez  que extraía de su  manga izquierda otro alambre, que era mas pequeño y  grueso, lo  introdujo en  la  hendidura y tras unos segundos de suspense muy lentamente la cerradura carraspeo. Tras  esto  Josué le abrazó y los dos se escabulleron de la habitación como alma que lleva el diablo.

Les quedaba aun unos doscientos metros para  llegar  al edificio de  las  mujeres cuando la luz de una torre de vigilancia apareció de la nada en el edificio colindante y se dirigía  hacia  ellos, Eleazar  consiguió  subir  a una  ventana y  ayudo a Josué  para  que  le siguiera, el foco paso a ras de suelo, muy cerca de ellos.

El corazón aun les parecía un caballo desbocado cuando llegaron hasta las ruinas de  un  edificio  cercano, desde  esa  posición  consiguieron  ver  un  cuartucho  viejo  y destartalado. Algo en el corazón de Josué le indico que debía ir hay, y en contra de todo razonamiento lógico comenzó a correr. Eleazar de nuevo intento detenerlo, pero  ya era tarde.

Llamó  a  la   puerta, nadie  contesto, volvió  a  hacerlo, pero  esta  vez con  más fuerza, se escucho un golpe, otro y otro más, Josué se impaciento y dio una  patada a la puerta. Los golpes cesaron y se  escucharon  unos pasos, mientras  tanto Eleazar le había alcanzado e intentaba  llevárselo tirando de su muñeca. La puerta se  abrió  bruscamente y  de ella  emergió una  alta mujer, con el cabello recogido y  un  traje gris  oscuro  con algunas manchas rojas oscuras, se quedo extrañada al ver que eran dos niños. Aprovechado su confusión Josué se asomo por la puerta, y pudo ver a Dalia tirada en el suelo con la cara  morada e  inflamada, dándole a comprender que no era  pintura, sino sangre lo que tenía aquella mujer en el vestido.

El movimiento de Josué hizo que la mujer se recuperase y con grandes zancadas se  acerco hasta  el chico y le  propino una  fuerte  bofetada, mientras  le  recriminaba  e insultaba, Eleazar al ver que la mujer iba a pegarle e nuevo se lanzó hacia ella con el fin de  defender a su amigo. En un  acto reflejo ella  se lo quito de sus anchas  espaldas y  lo impacto  contra  el  suelo, esto sucedía  cuando Josué  ya  se había  levantado y  acudido a la ayuda de Dalia. El  ruido hizo  acudir a un  guardia y  entre  ambos  amordazaron  y maniataron  a  los  tres  chicos, los cuales  después de ser  violentamente golpeados  los sacaron  al patio, los  pusieron  de  rodillas  y  el  militar  con  aire  de  despreocupación comprobó  la  munición  de  su  pistola, tras  ello  se la  coloco  a  Josué  en  la  nuca  y escupiéndole en la cara su dedo presiono el gatillo.

El cuerpo sin vida se desplomo en el suelo ante  las  miradas  atónitas  de los allí presentes. La mujer miro hacía el lugar del que había provenido el disparo y  observo  el fusil aun humeante de un  militar  ruso, que acababa de disparar al milicia nazi. Tras  el seguían saliendo cada vez mas soldados de origen soviético y rompiendo con el silencio un imponente tanque con una estrella roja al frente, derrumbo la  pared como si fuese de cartón, el  pánico invadió a la mujer, la cual  corrió la  misma  suerte que su compañero.

Ahora eran los nazis los que corrían  despavoridos, perseguidos  por los cañones de las ametralladoras rusas.

Hoy hace un mes de la muerte de Eleazar, en su funeral Josué recibió de parte de Kadmiel  hijo  de su  amigo una  carta  en  la que  este  hacía  una  importante  reflexión:

Josué amigo, pedía a mi hijo que  te entregase esto el día  de mi  muerte, porque estaba seguro de que vivirías  mas  tiempo que  yo. Bueno lo que quería  era  pedirte un favor, si no es mucho pedir, ¿recuerdas el sufrimiento, desolación y martirio  diario que sufrimos cuando jóvenes por la creencia y disparate  de un  grupo de  racistas? Con  esto no quiero que revivas esos malos  tiempos, solo te invito a que  pienses la  razón  por la cual acosamos y sometemos, nosotros los judíos al pueblo palestino ¿Son estas razones más lógicas? Espero que compartas mi opinión de que el hombre por muy desarrollada que este nuestras sociedad y no se  deje de  avanzar  en  todos  los  ámbitos, es el  único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

Posdata: Espero de corazón  que  tu matrimonio con  Dalia  siga siendo igual de resplandeciente que el día en el que me lo comunicaste.

Con afecto tu amigo Eleazar.























UN PASADO MUY


PRESENTE