Tristemente de nuevo la naturaleza devasta las zonas más empobrecidas. Ha vuelto a suceder, al tiempo que la vida sigue en el resto del mundo como si todo permaneciese inalterable. Una vez mas una región desfavorecida es pasto de las inclemencias de la naturaleza. Evidentemente nada se puede hacer contra algo de esta magnitud...¿o quizás si?...cabe la posibilidad de que una buena forma de dejar nuestras arrogantes conciencias tranquilas sea la de carraspear entre dientes y enarcar una ceja mientras miramos las imágenes de la destrucción provocada a la vez que con una interpretación del mas alto nivel -tanto que hasta nosotros mismos nos la creemos- pensamos en voz alta -Yo es que no puedo hacer nada contra eso...-. Acto seguido seguimos comiendo, cambiamos el tema de conversación e incluso reímos con algún hecho gracioso... ¡Que bella es la vida!
Ayer mientras iba en el tren hacia la universidad escuchaba las conversaciones de las personas que me rodeaban, se parlamentaba de infinidad de temas, algunos de los cuales sobrepasan los limites morales de banalidad. Con resignación tuve que asumir que lo acaecido en Filipinas no era un hecho digno de mención entre temas trascendentales para la vida humana, como lo son el fútbol,” la camisa nueva que voy a estrenar este sábado”, “el dolor de tobillo que tengo por mis tacones”, e innumerables temáticas de similar índole.
Es común ver en nuestra sociedad, como unos y otros mostramos con orgullo nuestras pertenencias, nuestra ropa -construida por niños indonesios en condiciones infrahumanas- o las zapatillas de alguno de los “supergalacticos” que le vamos a regalar a nuestro sobrino, las cuales nos las venden al precio del oro y que su producción ha sido pagada con un misero tarugo de pan. Siendo también digno de exposición pública la infinidad de joyas que cubren nuestro cuerpo, orgullos las podemos mostrar, ya que no son extraídas en países tercermundistas (termino a mi parecer repugnante) bajo algún tipo de gobierno dictatorial que el mundo desarrollado (más repugnante aún si cabe) obvia a cambio de una buena rebaja en los productos que le son exportados desde allí.
Todo esto puedo asegurar que es así por el simple hecho de que yo pertenezco a ese grupo de hipócritas, con pseudo-conciencia, y déficit de principios, que fingimos valores predicados solo y exclusivamente con la palabra -los hechos se los dejamos a otros, ya que estos son más costosos-. Es triste sentirte avergonzado de tu propio género, más aún sentirte avergonzado de ti mismo y pese a todo preferimos mirar a otro lado y seguir caminando haciendo oídos sordos a un mundo al que hemos condenado y condenamos cada día, porque ciertamente una catástrofe natural es inevitable, pero creo que es más que posible paliar sus consecuencias.
Hablamos de que Indonesia estaba maldita, además de pobre la arrasó un tsunami, predicamos la maldición de Haití, subdesarrollada y pasto de un terremoto, ahora podemos dormir tranquilos pensando que sobre Filipinas también se cierne una tenebrosa maldición. Lo peor de todo es que es así, sobre cada uno de estos puntos geográficos y por desgracia sobre muchos más ha recaído una maliciosa brujería llamada occidente, o mundo desarrollado, o primer mundo o como demonios nos queramos denominar, a nosotros mismos, los verdugos y psicópatas que han llevado a cabo el mayor genocidio de la historia, el de impedir que la vida sea justa para todos.
Desde que la primera de las sociedades de la historia de la humanidad comenzó a crecer económicamente más que el resto, a partir de ese punto, comenzó una sucesión de injusticias, basadas todas ellas -con independencia del nombre que se le pusiese- en engrandecer a unos a costa de martirizar a otros.
Como dijo en su día Gabriel García Márquez, “El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”.
Tras todo esto, no pretendo nada más que tranquilizar mi falsa conciencia, ya que ahora he “colaborado con la causa”. Un último favor -el cual voy a realizar yo también al finalizar el texto- te rogaría. Es tan simple como acercarte el espejo más cercano que tengas, observarte detenidamente a los ojos y ver como en el fondo de ellos hay una pequeña mota roja, el rojo de la sangre de todos aquellos a los que por nuestra arrogancia, indiferencia y egocentrismo hemos condenado a una vida de penurias y a una muerte prematura.
“Y de nuevo... La naturaleza arrasa a los más débiles ... Lo siento por los que se fueron ....Pero más por los que quedaron ...."
Manuel Castell López 12/11/13
El anatomista interior
sábado, 16 de noviembre de 2013
domingo, 5 de mayo de 2013
¿Cuántos lustros arrastraremos el mismo yugo?
Por desgracia a día de hoy esta sociedad debe seguir
soportando una exclusión, ya sea patente o latente, directa o indirecta hacia
el género femenino, y es así porque nos hemos logrado concienciarnos todos y
cada uno de nosotros de que estamos en un completo y rotundo error.
No se ha dilucidado
él, ¿cómo? , y el ¿Por qué?, nació este denominado machismo, eso si, lo que es
indudable es que esta cimentado sobre
unas ideas precarias que increíblemente perduran en nuestros días.
Otra equivocación que cometemos es el pensar que esta
discriminación se da solo en las clases bajas, en los países subdesarrollados y
en aquellas personas que no han recibido una correcta educación. Cuando en
realidad se encuentra en cualquier ámbito, lugar y persona independiente de sus
conocimientos, poder económico o escala social.
De esta manera quiero expresar que no hay excusa para el
machista, y para aquellas personas que lo defiende. Por esta razón nuestra
obligación no es ocultar o podar esos malos brotes dentro de las mentalidades,
debemos buscar cuál es la razón por la que esa semilla germino y si ya lo hizo
poder arrancarla de raíz, e impedir que vuelva a nacer.
En mi opinión hay diversas causas por las que no actuamos en
la totalidad de nuestras posibilidades. La ignorancia, ya que hablamos de
igualdad de género sin saber se significado. El individualismo, mediante el
cual siempre nos excusamos con la justificación de que no debemos involucrarnos
en la vida de los demás. Y nuestro conformismo, el cual se desarrolla cada vez
más potestad y del que somos esclavos, ya que por su causa hacemos oídos sordos
y por pereza no actuamos.
Si nos detenemos a reflexionar, nos percataremos de nuestros
grandes defectos a nivel social, con lo cual debemos empezar cambiando nosotros
mismos para cambiar a los demás. Consiguiendo de esta manera esa equidad de
género, ese horizonte que no conseguíamos ver por la ceguera que nos creamos
nosotros mismos, ese reflejo en el agua que en realidad estaba presente pero al
cual esquivábamos por nuestro egoísmo.
Cambiad y cambiareis, luchad y alcanzareis. La igualdad no es
un espejismo es una realidad cercana.
1º PREMIO I CONCURSO
DE REDACCION IGUALDAD DE GENERO
FUNDACION JOSE
TOMAS Y DIPUTACION DE GRANADA
Cataclismo Caos y Pobreza en Haiti
¿Cuánto se puede sobrevivir bajo los escombros?
Los expertos afirman que se puede llegar a sobrevivir hasta tres días sin
agua y sin comida. Transcurrido este tiempo seria un milagro, aunque se conocen
casos.
Esto lo reafirmaba el secretario general de las Naciones
Unidas, Ban Ki-moon. “Las primeras 72 horas son esenciales para encontrar a
muchos desaparecidos, tal como la experiencia indica que ha ocurrido en
anteriores desastres”.
Por desgracia estos tres días se han cumplido ya hace mucho,
debido a que el desastre se produjo el martes 12 de este mes, a las 22: 53 hora
española. Con lo cual los equipos de rescate han comenzado a abandonar la
búsqueda, desalojados, impresionados por la destrucción y con el deseo de que
jamás se produzca una tragedia similar.
Joseph Jean Roveheran, jefe de Comunicación del primer
ministro haitiano, ha informado de que el número de víctimas se encuentra entre
los 75.000 y 80.000. “Las cifras son aproximadas, somos conscientes de que aún
sacaran muchos cadáveres de los escombros y de que muchas familias han
enterrado a sus muertos en sus jardines. Pero la inmensa mayoría de víctimas
yace en fosas comunes. No me pregunte cuántas fosas hay porque no lo sé”.
Réplicas del terremoto
Una semana después del terremoto la tierra volvió a crujir,
esta vez con menor intensidad y duración.
Su primera envestida fue recogida por los sismógrafos con
una intensidad de 7`1 grados en la escala de Richter y una duración aproximada
de un minuto.
Los efectos de la
destrucción
La muerte parece haber encajado bien en Haití, ya que ha
robado la vida a muchas personas, como al marido de Claire Marie de 22 años y
dos hijos, ella misma explicaba: “ Yo había ido a hacer la compra, cuando la
tierra tembló. Me caí varias veces, cuando logré reponerme, tire las bolsas y
salí corriendo con mis hijos en el pensamiento. Cuando llegué a casa me los
encontré en la puerta. Aunque heridos, se habían salvado, mi marido no tuvo
tanta suerte. Aún está entre las ruinas de la casa” Clarie Marie ni llora.
La ayuda es real y
compleja
Estados Unidos, Francia, España, Alemania, Reino Unido,
Canadá, Japón, China, Indonesia, México, Cuba y Venezuela entre otros, han
enviado equipos tantos sanitarios como de rescate.
A la destrucción y la falta de combustible, lo cual
dificulta las tareas de rescate, se unen las disputas entre los supervivientes
de un país sin gobierno ni estructuras.
Jesús Olmos, miembro de la Unidad de Rescate Canina de Huelva, explica que
las posibilidades de supervivencia dependen de factores como el material de
construcción del edificio.
El director gerente del Fondo Monetario Internacional ha
pedido un plan multilateral de ayuda para reconstruir Haití, el país más pobre
del hemisferio occidental.
Ya
el fondo ha aportado una ayuda de cien millones de dólares para que el gobierno
de este país se pueda hacer cargo de los gastos de emergencia. También el FMI
está trabajando ahora para suprimir toda deuda haitiana. “Si tenemos éxito, que
estoy seguro lo tendremos, incluso este préstamo se convertirá finalmente en
una subvención, porque toda deuda tendrá que ser suprimida. “Afirmaba Strauss Khan.
¿Por qué Haití es tan
pobre?
Cuando Colón llega a la Española en 1492
habitaban la isla medio millón de nativos. Para su desgracia, tenían oro. En
1.519 quedaban tan solo unos once mil. Esto obligó a España a importar mano de
obra esclava.
La
negligencia española llevó a la ocupación francesa del tercio occidental de la
isla. El cultivo intensivo de caña de azúcar, la salvaje deforestación y la
pérdida de fertilidad del suelo convirtió a Haití en la colonia más productiva
de Francia en 1.785.
Las nuevas autoridades haitianas
legislaron para que nunca se repitiera la tragedia de la esclavitud: no habría
más plantaciones, sino pequeñas parcelas de tierra para la subsistencia de cada
familia y se prohibió el establecimiento y las inversiones de los extranjeros.
Al auto aislamiento se unió la
exclusión. EEUU por ejemplo, solo reconoció la independencia de Haití en 1.862.
Pese a todo, la pequeña república era aún más rica que su vecina, a la que
invadió varias veces en el siglo XIX. Sin embargo, La República Dominicana
contaba con algunas ventajas: no estaba superpoblada, sus habitantes hablaban
español, recibían bien a los hombres de negocios extranjeros y desarrollaron
una economía de exportación.
Este país
sufrió inestabilidad por política y administraciones atroces, por ejemplo de 22
presidentes entre 1.843 y 1.915, 21 fueron asesinados o expulsados del poder. Y
después el despotismo del clan Duvalier y el clan Trujillo. Dos dictaduras
cleptómanas cuyas secuelas aún se pueden sentir.
OPINION
Debemos tener en cuenta que una
catástrofe de estas magnitudes no se puede evitar, pero sí se podrían haber
disminuido los efectos de la misma. Como he explicado anteriormente si la
historia de Haití no hubiese sido tan irregular y desgraciada, posiblemente
este país se hubiese desarrollado mucho más de lo que estaba previamente al
seísmo. Los factores en los cuales podría haber avanzado son: en medicina, en
la construcción de edificios más resistentes, en la organización de sus propios
equipos de rescate y las reservas de un fondo monetario, conservado para una
situación similar. En definitiva, no hay maldición geográfica, la suerte de
Haití se decidió mucho antes de este desastroso suceso.
VIDAS AFLUENTES
El
sonido invadió la sala, era agudo, continuo, monótono e incluso se podría
considerar como molesto. Ciertamente ese pitido se asemejaba bastante al
significado que de él emanaba.
Rápidamente el equipo médico que estaba
realizando la operación reaccionó intentando estabilizar al paciente. Su
corazón había cesado de latir y cada segundo suponía un paso más hacia esa
imperceptible frontera que difiere la vida de la muerte.
-¡Vamos
deprisa pasadme 0,89 miligramos de adrenalina y 3,56 de atropina!
-Ahora
mismo.
-Aquí
tiene.
-El
pulso cada vez es más débil.
-¡Se
nos va... se nos está yendo!
La
agitación del quirófano contrastaba con la tranquilidad del lugar en el que se
encontraba Gabriel. Ante él fulgía una intensa luz blanca que le obligaba a
mirar hacia el suelo, no sabía donde se encontraba pero realmente el lugar no
le resultaba extraño, se sentía bien y le invadía un intenso deseo de avanzar
en dirección a la brillante luz. Dio un pequeño paso, pisaba sobre una
superficie esponjosa que amortiguaba sus pies hasta el punto de no hacer ningún
ruido, era como andar por una nube. Cuando volvió a levantar la mirada,
encontró que la oscuridad se estaba apoderando del lugar y en ese momento como
en un acto de rendición la luz emitió un último resplandor y expiró.
El
suelo se tambaleó bajo sus pies y Gabriel buscó desesperadamente un lugar al
que aferrarse para no caer en el abismo que se extendía a pocos pasos de él.
Fue entonces cuando una mano se le tendió dispuesta a evitar su caída. Gabriel
titubeó, miró la mano y posteriormente observó como el precipicio avanzaba
hacia él, no tenía alternativa, agarró fuertemente la mano y esta tiró de él al
instante.
Se
encontraba en una sala similar a la inicial, solo que esta no tenía ninguna luz
especial. Se asustó al escuchar un sonido, era el llanto de un bebé, miró tras
de si y se dio de bruces contra una imagen en la cual se podía ver la sala de
un hospital, en ella había un grupo de enfermeras que le daban la espalda, a la
derecha se encontraba un hombre alto, corpulento y con unas anchas patillas que
casi le cubrían la cara. Pero su sorpresa fue cuando pudo ver a quien había
entre esas enfermeras, que en realidad eran matronas, justo ahí tumbada sobre
la cama estaba su madre, la cual sonreía alegremente al observar a su bebé
sobre su regazo.
De
nuevo escuchó un llanto y siguiendo el sonido encontró otra imagen justo al
lado de la anterior, la escena era muy parecida, de nuevo varias enfermeras,
pero en esta ocasión quién acompañaba a la parturienta era un hombre bastante
más bajo y delgado. Lo que realmente si era igual era la cara de felicidad que
mostraba la madre al observar a su hijo.
Gabriel
concluyó que el bebé de la primera imagen era él ya que no tenía ningún hermano
y no solo eso, además aquel hombre debía de ser su padre, del cual su madre
nunca dijo nada y siempre que Gabriel le planteaba el tema ella intentaba
esquivarlo conversando sobre otra cosa. Pero entonces, ¿quién eran las personas
de la otra imagen?, no los reconocía, aun así le invadía la sensación de que
estaba fuertemente unido a ellas y en especial a aquel pequeño bebé.
Siguió
observando ambas imágenes las cuales en esos primeros momentos se desarrollaban
a la par. Poco después pudo confirmar que ciertamente el bebé que primero nació
era él, ya que sus padres llegaron a la casa en la que él recordaba haber
pasado su infancia. A su izquierda contempló como esa otra familia también se
bajaba de su coche y entraba al que sería su hogar. Al observar al bebé sintió
una fuerte pinzada en el riñón derecho y tuvo que apretarse con ambas manos
para redimir el dolor. Desvió la mirada del pequeño y volvió a mirar la
pantalla de la derecha, se sorprendió al percatarse de que se había producido un salto temporal,
aproximadamente habría transcurrido un mes y sus padres estaban discutiendo
intensamente en la cocina. Aquel hombre al que consideraba su padre estaba
ebrio y le costaba mantenerse en pie. Entonces tras romper contra el suelo la
botella que llevaba en la mano salió de la casa dando un portazo y aún en sus
condiciones su padre cogió el coche y se marchó a gran velocidad.
En
la pantalla de su izquierda también había transcurrido el tiempo, posiblemente
algo más que en la de la derecha. Aquel bebé ya podía andar a gatas y en su babero tenía bordado en
color azul y adornado con pequeños dibujos el nombre de Rafael. Por más que
pensaba no recordaba haber conocido a ningún Rafael pero de nuevo al mirarle el
dolor del riñón se repitió.
-!Maldita
sea¡- dijo Gabriel al tiempo que desfiguraba el rostro por el dolor.
A
su derecha pudo verse a él mismo cuando niño jugando con sus amigos al fútbol
en el parque que había justo detrás de la iglesia de su pueblo. Sonrió al
reconocer a Pedro, su mejor amigo, con quien había pasado tantas tardes cazando
ranas en un arroyo cercano. A continuación observó que estaba en su cuarto
durmiendo y como su madre le despertaba besándolo en la mejilla.
Del
mismo modo la pantalla de su izquierda se encontraba sumida en la oscuridad, de
pronto se encendió la luz y tras acariciar el pelo de su hijo aquella mujer
subió la persiana de la habitación y dijo: “Vamos Rafael, levanta hijo que
llegarás tarde al colegio”. En el momento en el que Gabriel dilucido al pequeño
al salir de entre las sábanas le invadió de nuevo ese dolor que rondaba lo
insoportable.
-Buenos
días papá -dijo Rafael al tiempo que daba un beso a su padre y este le devolvía
el gesto con un fuerte abrazo.
-Toma
hijo aquí tienes el desayuno, te he preparado unas tostadas con mermelada como
a ti te gustan.
Gabriel
miró la otra pantalla y allí estaba él, sentado en el pupitre junto a Pedro. En
esa misma imagen reconoció a varios de sus antiguos compañeros, algunos de los
cuales ya se le habían perdido en el olvido. La escena fue avanzando e hizo una
leve parada al pasar junto a María, la chica que siempre había gustado a
Gabriel. A ella si que la recordaba bien, su pelo oscuro que le caía sobre los
hombros y sus ojos color caoba, también recordaba una pequeña mancha blanca que
tenía en su iris izquierdo, la cual la hacía más especial aún. Se encontraban
en clase de física, esa era su asignatura preferida y era realmente bueno en
ella. Observar aquellas imágenes de su infancia le resultaba agradable, crecer
solo acarreaba problemas. Sonó la campana que anunciaba el final de las clases
y rápidamente Gabriel y Pedro salieron del aula y emprendieron el camino de
regreso a casa, hacía un día espléndido.
En
la pantalla contigua Rafael también estaba en clase de química realizando un
problema en la pizarra, al verlo Gabriel retiró velozmente la mirada para
evitar el dolor, pero no podía aguantar la tentación de mirar aquella pantalla.
Resignado y preparado ya para recibir otra fuerte pinzada observó el problema
que estaba haciendo Rafael. Tal y como esperaba sintió como si le clavasen un
punzón en el costado derecho. Pese al dolor se percató de un error en el
ejercicio de Rafael y dijo:
-No
hombre, esa fórmula no es- farfulló Gabriel observando la pizarra- la velocidad
no puede ser negativa.
Pareció
que Rafael le había escuchado porque rápidamente varió el procedimiento y
resolvió el ejercicio sin mayor dilación. Tras acabarlo volvió a sentarse en su
sitio.
Al
llegar a casa Gabriel soltó la mochila en su cuarto y se dirigió a la cocina
para comer, su madre le trajo un suculento plato espagueti. Los miró con deseo,
cogió el tenedor y comenzó a comer, pero teniendo especial cuidado de apartar
los trozos de carne de mayor tamaño. No es que no le gustase la carne, todo lo
contrario, Gabriel prefería dejar lo mejor para el final. Una vez hubo comido
quitó la mesa y ayudó a su madre a limpiar la vajilla.
Gabriel escuchaba desde su posición en esa
blanca sala la conversación de Rafael con sus padres mientras comían, pero
consciente de lo que sucedería le dio la espalda a la imagen para evitar que se
le desviase la vista hacia esa pantalla y así no tener que sufrir el dolor. Lo
que Gabriel no esperaba era que esa escena a la que intentaba ignorar se iba a
trasladar colocándose justo delante de él. De nuevo intentó retirar la mirada,
siendo ya demasiado tarde. Visualizó la comida que había sobre la mesa, el
mantel de color crema, la sencilla cubertería, la ensalada de pintoresco aspecto
que presidía la mesa y al fondo de la imagen se podía ver un amplio salón
alegremente decorado, también apreció el sonido de la televisión que se
mantenía en un segundo plano y finalmente se dibujó en su cara un matiz de
resignación, ahí estaba Rafael.
-¡Mierd...
agg! ¡Pero!... ¿Quién demonios...agg... es ese? -Gritó Gabriel mientras se caía
al suelo debido al dolor. No comprendía el porque de que su sufrimiento se
produjese a causa de ver a aquel muchacho de aparente normalidad.
Después
de comer, Rafael se vistió con la equipación de su club, se abrochó fuertemente
los cordones y junto con su compañero Miguel fueron en bicicleta hasta el campo
de fútbol de su pequeño pueblo.
Justo
en ese momento Gabriel recordó quién era Rafael, ese partido lo jugaron entre
ambos, si bien cada uno en un equipo. Con gran interés Gabriel observó el
partido completo -de nuevo al igual que al inicio en ambas pantallas se podía
visualizar la misma imagen- y del mismo modo que si no supiese cual era el
resultado final de ese encuentro lo vivió con emoción. A falta de quince
minutos para la finalización del partido
y con un resultado de empate a dos, Gabriel realizó una fuerte entrada a
Rafael, dejándolo caer al suelo. Al instante Gabriel ya tenía la pelota y se
disponía a seguir con la jugada pero el árbitro señalo la falta, de manera que
se volvió hacia Rafael, él cual todavía estaba en el suelo quejándose de su
rodilla derecha.
-Venga
ya hombre, levantate, si no te he tocado si quiera -dijo Gabriel –Pues vaya princesita que estás
hecha.
Al
tiempo que decía eso en la imagen, la pinzada del riñón se intensificó
notablemente.
Rafael
se levantó rechazando la ayuda que le ofrecían sus compañeros y aun cojeando
continuó el partido hasta que su entrenador se vio obligado a sacarlo del
terreno de juego. Una vez finalizó el partido, ya a la salida de los vestuarios
ambos contrincantes se encontraron de nuevo.
-Pero
mira a quién tenemos aquí Pedro, si es Rafael, o debería de decir Rafalita.
Al
insulto Rafael respondió con la indiferencia, pero no quedando satisfechos
Gabriel y Pedro siguieron inquiriéndole.
-Y
¿por qué no vas a llamar a tu mamá? -dijo Pedro en tono burlón.
-Si
eso ve y que te traiga el agua oxigenada porque la señorita delicada se ha roto
una uña.
A
cada insulto que emergía de la boca del Gabriel del pasado el del presente se
retorcía del intenso pinzamiento. Poco a poco la imagen se fue diluyendo y cada
una de las pantallas fue cobrando un aspecto diferente, hasta no mostrar la
misma imagen en ambas. En la de la derecha apareció un día nublado, los árboles
desojados le indicaban que era una época invernal, además de ello la gente que
caminaba pausadamente por las calles medio desiertas llevaban grandes abrigos.
Gabriel andaba dando patadas a una
lata que había encontrado en su camino, al pasar junto a una tienda se paró
para observar lo magníficos teledirigidos que exponía en el escaparate. En
varias ocasiones se vio obligado a limpiar el cristal con la manga de su
chaqueta ya que el vaho que producía su respiración lo empañaba impidiéndole
ver.
-No
te preocupes tendrás muchos de esos, e incluso mejores -dijo Gabriel mientras
observaba la escena, consciente de que una de sus mayores aficiones eran los
teledirigidos.
Al
acabar de pronunciar esa frase, la imagen de la izquierda cobró importancia, en
ella observó a Rafael en una tienda de juguetes, escuchó como le decía al
dependiente que le envolviese para regalo una muñeca.
-Ya
decía yo que cuando se quejaba tanto por una patadilla de nada era porque no
era un hombre de verdad -pensó en voz alta Gabriel.
Un
instante después se arrepintió de sus palabras, porque el dolor se reprodujo,
esta vez casi entrecortándole la respiración. Sentía como le ardía el costado,
por mucho que intentara redimirlo no lo conseguía, apretó fuertemente los puños
y gritó.
Al
cesar el pinzamiento Gabriel se levantó y se secó las lágrimas que no había
podido evitar que se le saltasen. En su interior comenzaba a moldearse un
sentimiento de odio hacia Rafael, él cual en la imagen se podía observar
llegando a su casa y entrando disimuladamente en un cuarto. Se acercó a la cama
y colocó junto a la almohada el regalo que había comprado. Salió de la
habitación y de manera prácticamente simultanea entró en ella una niña de unos
seis años, con un vestido blanco y un capirucho de cumpleaños sobre la cabeza.
La cara de la pequeña al contemplar el regalo era el reflejo de la ilusión. Con
su muñeca entre los brazos y una gran sonrisa abrazó a su hermano y le
agradeció el regalo.
Ante
la pérdida de nitidez de esta imagen Gabriel desvió la mirada hacia la pantalla
de la derecha, otro nuevo salto temporal se había producido, recordaba la fecha
exacta de ese día, era un veintidós de febrero, por aquel tiempo tenía
diecinueve años y aquel día era tan especial porque fue la primera vez que
consiguió besar a María. Ese viernes habían salido a dar un paseo con varios
amigos y por unas causas u otras finalmente solo habían quedado ellos dos,
fueron hablando hasta un parque cercano y tras algunos silencios incómodos
coincidieron sus miradas y se besaron.
Al
observar esas imágenes el dolor que había sentido Gabriel le abandono por
completo y le reconfortó esa sensación. Sintió incluso cierta nostalgia y
cuando la escena se difuminaba ante él, quedó mirando la pantalla en negro ignorando por completo lo que acaecía en la
escena contigua.
Finalmente
observó la otra imagen: una playa, un sol reluciente, alguna que otra gaviota
volando tras los pesqueros, el sonido de las olas que de manera continua
intentaban inútilmente ascender por la pendiente de la arena, pero que pese a
su constancia era incapaces de superar y dos muchachos al fondo que se dirigían
hacia el rompeolas. Entre ellos distinguió a Rafael, era el que andaba más
adelantado, conforme se acercaba a las rocas más rápido corría, miraba
continuamente hacia atrás y con su mano daba ánimos a quien le seguía. Rafael
ayudó al otro chico ha ascender por ( el rompeolas y en un pequeño recoveco
quedaron uno frente al otro. Se interrogaron con la mirada de manera recíproca
y se acercaron lentamente.
El
dolor en esta ocasión no se había hecho patente en su máxima expresión, pero
aquella escena incomodaba a Gabriel, quien intentando esclarecer que es lo que
estaba acaeciendo había entrecerrado los ojos y en su cara se había dibujado
una expresión que combinaba la sorpresa con la incredulidad. Justo entonces sus
ojos se abrieron al igual que platos y quedo estupefacto, un instante después
escupió con despreció al suelo, el cual disolvió la saliva en forma de un vapor
de hedor muy desagradable. Al inhalar ese vapor no tuvo tiempo ni de alzar la
voz para emitir su quejido, el dolor estalló aplastantemente obligándole a
arrodillarse y a caer de bruces contra la esponjosa superficie.
La
escena en la cual se veía como Rafael y su pareja se besaban no pudo terminar
de ser contemplada por Gabriel quien se mantenía tumbado en el suelo, y aún
habiendo podido el odio que sentía hacia los homosexuales no se lo habría
permitido.
Mientras
permaneció en el suelo debido a su intenso dolor perdió la noción del tiempo,
pero cuando consiguió levantarse sacando fuerzas de flaqueza se dirigió de
manera decidida hacia la imagen de su izquierda y tras volver a escupir, esta
vez con más saña si cabe, la emprendió a golpes contra la misma. Los puñetazos
no realizaban ningún daño a la escena la cual permanecía como si nada
sucediese, es más, los golpes que lanzaba se reflejaban en su costado derecho,
la zona sobre la cual tenía dibujada la cruz gamada estaba siendo duramente
castigada por él mismo. Cuanto más fuerte golpeaba más intenso era su
sufrimiento. Tras varios minutos así se vio obligado a ceder en su campaña y al
tiempo que recuperaba el aliento y se encogía del dolor comenzó a caminar
intentando alejarse de ambas escenas. Su caminata no fue lo suficiente extensa
como para separase de las pantallas, con lo cual siguió andando esta vez con
pasos más largos y rápidos, al cabo de un tiempo se volvió y se encontró en el
mismo lugar que al inició, no se había alejado más de veinte metros de las
escenas.
-¡¿Qué
es esto?! -Gritó Gabriel expresando su estado de rendición -Pero ¿qué demonios
he hecho yo para merecer todo esto?
Sus
cuestiones no encontraron respuesta y se vio obligado a tirarse del cabello al
contemplar que ambas imágenes ahora estaban justo detrás de él. Ciertamente
comenzaba a creer que estaba loco y que esta era una de sus deliraciones, por
más que lo pensaba no alcanzaba a entender la razón por la que tenía que
contemplar su vida y mucho menos la de un marica, de alguien que tenía un
enfermedad psicológica.
Se
escuchaba una gran algarabía, las dos pantallas mostraban una gran multitud de
gente, en la de la izquierda los colores eran vivos y alegres, la música
emanaba desde cada una de las carrozas decoradas hasta el último detalle, entre
la masa pudo distinguir a Rafael junto a su pareja. En la imagen de la derecha por
el contrario muchas de aquellas personas cubrían sus caras, pero Gabriel no, él
era uno de los cuales encabezaba la manifestación. En la parte delantera se
podía leer en una gran pancarta: LOS DESVIADOS AL MANICOMIO, POR UNA SOCIEDAD
SIN MARICONES. Al tiempo que entre esa multitud alzaban( el puño) también lo
hacía Gabriel desde ese lugar en el que estaba, ya no le importaba el dolor. A
esta imagen siguió otra en la cual tras salir de su trabajo como científico en
un prestigioso laboratorio llegaba a casa, se quitaba la ropa que llevaba y se
ponía otra de color negro, se calzaba sus botas militares, y cogía un
pasamontañas. Al subirse en su coche sintió una leve pinzada en el riñón
derecho, le resultó extraño pero no le dio mayor importancia. Cuando llegó a su
destino ya había anochecido, al descender del vehículo se encontró con un grupo
de hombres, la mayoría con la cabeza rapada, los cuales llevaban unas
vestimentas similares a la suya. Uno de estos abrió el maletero de su coche y
extrajo barras de acero que fue dando a cada uno de los allí reunidos,
cuidadosamente salieron del callejón en el que estaban y se acercaron hasta un
videoclub que ya se encontraba cerrado. Forzaron la puerta trasera y una vez
dentro comenzaron a destruir todo lo que encontraban a su paso, su objetivo no
era la caja registradora, es más esta la obviaron por completo, solo se
dedicaron a romper todo lo que pudieron.
En
ese momento las imágenes de ambas pantallas volvieron a converger en la misma
escena, porque fue en ese momento cuando Rafael, el dueño del establecimiento
entró en el mismo alertado por el escándalo que se había formado.
Conforme
observaba aquellos hechos Gabriel comenzó a no sentirse bien, ya no era el
dolor del costado el culpable, era una sensación inmaterial, eran
remordimientos.
Al
entrar Rafael y alzar la voz por la sorpresa los supuestos atracadores
comenzaron a huir del lugar, Gabriel fue uno de los primeros y para quitar al
desgraciado muchacho de su camino le golpeó con la barra de acero y siguió corriendo.
El cuerpo de Rafael cayó sobre una estantería repleta de películas de amor y
poco a poco la sangre que de él emanaba fue empapando las carcasas. Cuando
llegó el equipo médico lo reanimó a duras penas y lo trasladó hasta el
hospital, Ángel, la pareja de Rafael se desmoronó ante la desoladora realidad,
llegando incluso a desvanecerse.
El
nudo de la garganta ahogaba a Gabriel, se sintió como lo que era el culpable de
la muerte de un inocente.
Cuando
Gabriel llegó a casa aún con la respiración agitada se quitó velozmente la ropa
y la escondió en una caja bajo su cama, necesitaba tomar el aire y decidió
salir a pasear por la calle. Cuando había caminado unas tres manzanas el dolor
de su costado se hizo muy intenso y tuvo que sentarse en un portal cercano, sus
quejidos hicieron que alguien llamase a una ambulancia, la cual lo llevó hasta
el hospital donde le diagnosticaron su dolencia y le avisaron de la necesidad
de una operación inmediata. La intervención quirúrgica necesitaba de alguien
que cediese su riñón, por suerte tras varias horas ingresado le comunicaron que
había un posible donante.
La
pantalla de la derecha se apagó y a su izquierda la imagen había quedado
paralizada mostrando al equipo médico hablando con Ángel ya en hospital, cuando
Gabriel la observó la acción se puso de nuevo en movimiento. Entrecortado por
el llanto Ángel dijo a los médicos que Rafael siempre había deseado ser donante
y que él apoyaba su decisión. No transcurrió mucho tiempo cuando la vida de
Rafael se desvaneció debido a la gravedad de la contusión. Este hecho propició
la posibilidad de donar determinados órganos, entre ellos los riñones.
Le
extrajeron los órganos rápidamente y uno de esos riñones fue introducido en una
bolsa la cual ya tenía impreso el nombre del hospital en el cual Gabriel estaba
ingresado. La siguiente escena que se pudo contemplar en ambas pantallas por
igual mostraba como esa misma bolsa llegaba hasta el quirófano donde era
operado Gabriel y como le cambiaban su riñón por ese otro.
Cuando
Gabriel volvió ha abrir los ojos se encontraba tumbado sobre una camilla de
hospital, en una sala ya vacía y lo primero que hizo fue mirar su costado
derecho, allí encontró los puntos de sutura que casualmente al pasar junto a la
esvástica que tenía tatuada formaban una especie de “R”.
UN FUTURO MUY PRESENTE
La lluvia era intensa y fría, tanto que parecía calar los huesos,
hasta el extremo de entumecer la tez con su simple y arrítmico gorgoteo. Esto
sucedía a ambos lados de la valla, no aparentaba diferencia alguna, pero aun así la discrepancia era abismal.
Josué se encontraba junto a su familia,
bueno mejor dicho la que quedaba de ella, en una vieja mecedora su tío
Menajem, a su derecha su hermano Jaziel, el cual le rebasaba por dos lustros, y en la esquina de la
habitación consumida en el silencio y la oscuridad Orel, su madre.
En la pequeña habitación se respiraba un aire exhausto, que
parecía poder contar ya las inhalaciones que le quedaban por realizar. Los
segundos parecían horas, las horas días y los días meses, así hasta desvanecerse en el olvido. Este cúmulo
de emociones restringidas, miradas inexpresivas y vacío solo se veía perturbado en vanas ocasiones por el traqueteo de las
ametralladoras o los gritos de pánico de los pocos que quedaban al ser
perseguidos por los militares.
La única pizca de esperanza que había en esa habitación, era la
reflejada en los ojos de Josué, al cual sus cortos siete años no le permitían
ver la totalidad de la realidad y aun el esperaba el regreso de su padre. Las
delimitaciones entre la noche y el día no existían, cada uno dormía cuando el sueño
podía
sobrepasar la inseguridad y el
nerviosismo.
Su madre hacía ya tiempo que no lloraba, como había hecho hasta
entonces cada noche. Sus ojos ya estaban secos, y el sentimiento de la tristeza
había sido tan utilizado, que ya no existía para ella, su estado de ánimo era
neutro, sin vida.
Rondaban las tres de la mañana, cuando la puerta de la entrada
comenzó a sonar, alguien la golpeaba agitadamente. Lo más rápida y
sigilosamente posible Orel despertó a sus hijos, los cuales con un simple
gesto de su madre sabían a la perfección lo que tenían que hacer. Mientras su tío habría una guardilla secreta, Josué y su hermano con
mucha cautela intentaban borrar todas las huellas que pudieran delatar su presencia
en el piso.
De pronto los golpes cesaron y sinuosamente llego hasta cada uno de sus oídos el impotente y magullado
llanto de una muchacha. Pese a esto
siguieron escondidos ya que podía ser
una trampa con las que hacerles salir, los llantos fueron disminuyendo, y a
ellos se superpusieron unos rezos de súplica. Esto les hizo salir de dudas, era
una judía y necesitaba ayuda. Aun con el
miedo en el cuerpo, Menajem se acerco hasta la puerta, pego la oreja a ella
y comprobó que los
rezos continuaban y que ha veces
eran interrumpidos por sollozos.
Intentado calmar su respiración acerco la
mano hasta el
oxidado pomo, tembloroso palpo el frío metal y cuando estaba
decidido a abrir, los ladridos de los perros y el sonido de las botas al impactar contra el
suelo, le hicieron retroceder unos
pasos. Esta algarabía ocasiono el aumento de los rezos y la indecisión de Menajem que barajaba miles de
posibilidades, pero armándose de valor abrió la puerta velozmente, cogió a la muchacha y la introdujo
en la casa, cerrando silenciosamente la puerta tras de si.
Con el dedo índice le señalo la guardilla y ella sin dudar ni tan siquiera un segundo se dirigió hacia allí.
Josué y su hermano le ayudaron a subir, posteriormente entro su tío. La
muchacha a la cual le perduraba aun el pánico y la desesperación
escucho como poco a poco se alejaban los pasos, lo que ocasiono que las
palpitaciones de su corazón disminuyeran, sus pulmones abandonaran la
hiperventilación a la que estaban siendo sometidos y que su frente
dejase de producir esa cantidad de sudor, que sinuosamente descendía por los
óvalos de sus ojos, atravesaba sus redondo pómulos y finalmente se precipitara
hacia el abismo desde su barbilla.
Cuando el peligro ya no les acechaba salieron de la guardilla, una
vez reestablecidos en sus posiciones iniciales, con la variante de que la
banqueta que antes estaba libre era ahora ocupada, la chica comenzó a hablar:
-Gracias de corazón por haberme ayudado. Me llamo Dalia, tengo
nueve años y toda mi familia ha desaparecido.
Tras esto se hizo el silencio y un gélido soplo de aire recorrió la sala.
-Ya se que es mucho pedir, pero por favor dejadme que me quede con
vosotros. Prometo ser obediente, ayudare en todo lo que pueda, incluso yo haré la comida, mi madre me enseño a cocinar con solo
cinco años.
Al oír esto, Menajem se levanto tranquilo de la mecedora,
agachándose puso dulcemente su mano en el hombro de Dalia y mirándola a los
ojos le dijo:
-Somos pocos los que quedamos, pero debemos seguir luchando y
creyendo que algún día esta pesadilla acabara. No te preocupes aquí eres
bienvenida.
La presencia de Dalia parecía acelerar el tiempo, daba un sutil
toque de alegría y esperanza y como ella había anticipado se manejaba muy bien
en la cocina, y ayudaba en todo lo que estaba en su mano. Esa noche acompaño a Menajem para llenar unos cantaros de agua. Hacía ya
unos diez minutos que había pasado la ultima patrulla, con lo cual aun tenía la
mitad de tiempo por delante. Dalia iba tras el, moviéndose rápidamente en las
sombras, cuando llegaron a la fuente, Menajem le ordeno que se escondiese en el
callejón que había justo enfrente, y que
esperase a que el llenase los dos cantaros de agua.
Una vez había terminado y se disponía a llamar a Dalia para que le ayudase, escucho unos pasos
que se acercaban, el pánico comenzó a invadirle y a causa del nerviosismo se le
escurrió una vasija, la cual al impactar contra el suelo se rompió en mil
pedazos, y el ruido del golpe ocasiono que los guardias comenzaran a correr
hacía allí.
Al volver la esquina los
militares contemplaron cuidadosamente el
recipiente, acercando a los perros para que rastreasen el olor. Cuando los
caninos encontraron el rastro pusieron rumbo hacía el callejón sombrío, en el
cual se encontraban escondidos.
Como sucedió en la primera ocasión Dalia comenzó a rezar entre
susurros.
No bastaban nada mas que unos pocos metros para que pudiesen encontrarlos, ya que se encontraban detrás de unos escombros, insuficientes para ocultarlos
por completo, y aunque así lo fuera los
perros los localizarían delatando su escondrijo. Los pasos seguían avanzando
sin dilaciones, y a su vez los rezos se incrementaban.
De repente y respondiendo a sus plegarias un gato
salio corriendo de la casa colindante, ocasionando que los dos perros se
distrajesen y saliesen corriendo tras el. Aprovechando su fortuna y agradeciendo a Dios que hubiese girado sus ojos hacia ellos, salieron rápida pero
precavidamente. Con las prisas casi se les olvida la tinaja, con lo cual Menajem se volvió y con
suma agilidad se la apoyo en el hombro, mientras que con la otra mano sujetaba
la muñeca de Dalia para que no se quedase atrás.
Los siguientes días
transcurrieron con normalidad, si a este
continuo martirio se le puede llamar así. Era la hora de el almuerzo, hoy
comerían unos huevos pasados por agua, que había robado
Jaziel en un huerto cercano a la casa. En ese momento
se encontraba a Menajem bendiciendo la mesa,
todos estaban impacientes por poder empezar a comer ya que hacía dos días
que no probaban bocado alguno, cuando un estruendo precipitó la puerta varios
metros por los aires. Esto hizo que el tiempo se ralentizase hasta el extremo de
parecer bloquearse, las pupilas de Dalia se dilataron al comprobar que se
estaba haciendo realidad su peor pesadilla.
Entre el polvo se podían
atisbar varias siluetas que avanzaban
hacia ellos, sus voces eran interrumpidas por el
chasqueo de los escombros y por
la tos que les ocasionaba la inhalación de polvo. Menajem
luchando contra la paralización momentánea de sus piernas mando esconderse
al resto de la familia y levantándose bruscamente
se dirigió hacia la polvareda. Mientras Josué y los demás
reaccionaban se escucho un golpe, un quejido y finalmente un cuerpo que se desplomaba. Estos ruidos eran
acompañados por unas risotadas y por los insultos provenientes del portal.
Después de esto uno de ellos grito imperativamente a los otros dos que buscasen a mas
miserables ratas, como la que acababan de dejar inconsciente en el suelo. Todos los esfuerzos que dedicaron
para huir fueron en vano, atraparon a Dalia por el cabello, y Jaziel en el intento
de ayudarla a zafarse del agarrón recibió un fuerte golpe en el mentón con la
culata del fusil.
El temblor del camión
que circulaba por el camino, se confundía con el
tembleque de varios adultos y jóvenes, los niños eran acurrucados por los
regazos de sus madres y los ancianos con la cabeza gacha
recapacitaban sobre la desdicha que tenían por haber nacido judíos. Todo esto
sucedía al mismo tiempo que los milicias que iban en la parte trasera del
camión hablaban del partido de fútbol de la noche anterior.
El temblor del camión ceso,
y esto provoco que el nerviosismo se extendiese a todos los allí presentes, incluso los bebes comenzaron a llorar
al percatarse de la angustia de sus madres. Todo
esto parecía no afectar a Orel la cual permanecía quieta, con los ojos fijos en
el suelo del vehiculo.
El conductor hizo sonar el claxon varias veces, su respuesta fue el crujido del metal al separarse. Una vez el
camión circulo unos cincuenta metros, dejando atrás una gran puerta metálica, fuertemente unida a un imponente muro, el cual era franqueado por una
enredadera de grandes púas de forma circular.
Los guardias los hicieron bajar del vehiculo y entre risas
insinuaban que el viaje había terminado.
Una vez estaban todos colocados en filas
los llevaron hasta el patio principal, allí había dos camiones
más. Sin previo aviso uno de los militares, con varias condecoraciones en el
pecho, comenzó a separar a los hombres de las mujeres y a los niños de sus
madres.
Josué no tenía miedo, no alcanzaba a entender que pasaba, con lo cual no presento resistencia para separarse
de su hermano. Mientras los clasificaban paso junto a ellos un grupo de
personas encadenadas, Josué dijo en voz baja al chico de adelante:
-A mi no me gustan esos trajes, ¿yo puedo elegir otro para mi?
El chaval al cual le
había preguntado dibujo una leve sonrisa
irónica, pero sus ojos seguían inmersos en una gran
tristeza, después volvió a mirar hacia delante.
Llevaba ya seis días sin
ver a nadie de su familia, había conocido a Eleazar,
el cual llevaba una semana
y dos días
más que Josué
interno en el campo
de concentración, este le había enseñado
lo básico allí: No hacer ruido, no
llorar, evitar llamar la atención y la mas importante tratar con mucho respeto
a Dirk, el encargado de vigilancia de su edificio.
Una noche Josué se despertó agitado y en su cabeza solo se
dibujaba la imagen de Dalia, y estas proyecciones mentales no presagiaban nada bueno. Al bajar del
camastro despertó a Eleazar, que intento convencer a Josué de que no intentase
hacer lo que tenía planeado. Este ignorando las advertencias de su amigo le
contesto:
-No me pasara nada, simplemente voy a comprobar que Dalia esta
bien y estaré de vuelta en seguida.
Con paso firme avanzó hasta la puerta y con una sonrisa
tranquilizadora intentó abrir el candado con un pequeño
alambre que había encontrado, después de varios intentos paro y
observo como Eleazar lo miraba con rostro burlón.
Este se levanto del catre se acerco a la puerta a la vez que extraía de su manga izquierda otro alambre, que era mas
pequeño y grueso, lo introdujo en la hendidura y tras unos segundos de suspense muy
lentamente la cerradura carraspeo. Tras esto
Josué le abrazó y los dos se
escabulleron de la habitación como alma que lleva el diablo.
Les quedaba aun unos doscientos metros para llegar al
edificio de las mujeres cuando la luz de una torre de
vigilancia apareció de la nada en el edificio colindante y se dirigía hacia ellos,
Eleazar consiguió subir a
una ventana y ayudo a Josué para que
le siguiera, el foco paso a ras de
suelo, muy cerca de ellos.
El corazón aun les parecía un caballo desbocado cuando llegaron
hasta las ruinas de un edificio cercano, desde esa posición
consiguieron ver un cuartucho viejo y
destartalado. Algo en el corazón de Josué le indico que debía ir hay, y en
contra de todo razonamiento lógico comenzó a correr. Eleazar de nuevo intento
detenerlo, pero ya era tarde.
Llamó a la puerta,
nadie contesto, volvió a hacerlo, pero esta vez
con más fuerza, se escucho un golpe,
otro y otro más, Josué se impaciento y dio una patada a la puerta. Los golpes cesaron y se escucharon unos pasos, mientras tanto Eleazar le había alcanzado e intentaba llevárselo tirando de su muñeca. La puerta se abrió bruscamente y
de ella emergió una alta mujer, con el cabello recogido y un traje
gris oscuro con algunas manchas rojas oscuras, se quedo
extrañada al ver que eran dos niños. Aprovechado su confusión Josué se asomo
por la puerta, y pudo ver a Dalia tirada en el suelo con la cara morada e inflamada, dándole a comprender que no era pintura, sino sangre lo que tenía aquella
mujer en el vestido.
El movimiento de Josué hizo que la mujer se recuperase y con
grandes zancadas se acerco hasta el chico y le
propino una fuerte bofetada, mientras le recriminaba
e insultaba, Eleazar al ver que la mujer
iba a pegarle e nuevo se lanzó hacia ella con el fin de defender a su amigo. En un acto reflejo ella se lo quito de sus anchas espaldas y
lo impacto contra el suelo,
esto sucedía cuando Josué ya se
había levantado y acudido a la ayuda de Dalia. El ruido hizo acudir a un
guardia y entre ambos amordazaron
y maniataron a los tres chicos,
los cuales después de ser violentamente golpeados los sacaron al patio, los pusieron de rodillas y el militar con aire
de despreocupación comprobó la munición de su pistola, tras ello se
la coloco a Josué
en la nuca
y escupiéndole en la cara su dedo
presiono el gatillo.
El cuerpo sin vida se desplomo en el suelo ante las miradas
atónitas de los allí presentes. La mujer miro hacía el
lugar del que había provenido el disparo y observo el fusil aun humeante de un militar ruso, que acababa de disparar al milicia nazi.
Tras el seguían saliendo cada vez mas
soldados de origen soviético y rompiendo con el silencio un imponente tanque
con una estrella roja al frente, derrumbo la pared como si fuese de cartón, el pánico invadió a la mujer, la cual corrió la misma suerte que su compañero.
Ahora eran los nazis los que corrían despavoridos, perseguidos por los cañones de las ametralladoras rusas.
Hoy hace un mes de la muerte de Eleazar, en su funeral Josué
recibió de parte de Kadmiel hijo de su amigo una carta en la
que este hacía una
importante reflexión:
Josué amigo, pedía a mi hijo que te entregase esto el día de mi muerte,
porque estaba seguro de que vivirías mas
tiempo que yo. Bueno lo que quería era pedirte
un favor, si no es mucho pedir, ¿recuerdas el sufrimiento, desolación y
martirio diario que sufrimos cuando
jóvenes por la creencia y disparate de
un grupo de racistas? Con esto no quiero que revivas esos malos tiempos, solo te invito a que pienses la razón por
la cual acosamos y sometemos, nosotros los judíos al pueblo palestino ¿Son
estas razones más lógicas? Espero que compartas mi opinión de que el hombre por
muy desarrollada que este nuestras sociedad y no se deje de avanzar en todos
los ámbitos, es el único animal que tropieza dos veces con la
misma piedra.
Posdata: Espero de corazón que tu matrimonio con Dalia siga
siendo igual de resplandeciente que el día en el que me lo comunicaste.
Con afecto tu amigo Eleazar.
UN PASADO MUY
PRESENTE
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